Los toros ensogados forman parte de la idiosincrasia de Teruel. El Toro Nupcial se encuadra dentro de los festejos conmemorativos de la Boda de Isabel de Segura, protagonista de los amantes de Teruel.
En estos días, toda la ciudad retrocede siete siglos y se adentra en plena Edad Media.
El toro nupcial hace referencia al toro que se exhibía con motivo de la celebración de bodas reales y nacimientos de príncipes. En esa época, un toro era traído hasta la villa debidamente ensogado y era atado junto a la ventana de la casa de la novia para el pretendiente lo toreara con su capa o con una sábana, de forma que la sangre impregnada en ella sirviera como rito de fertilidad a la pareja.
Teruel, se funda según la leyenda en el lugar donde un toro salvaje se detiene bajo la estrella “Actuel” tras ser perseguido, y dando lugar al nombre de la ciudad “Toruel” con las tres primeras letras del animal y las tres últimas de la estrella.
Francisco Gómez Sobreviela, representante de la Asociación de la Soga y la Baga, -encargada de la organización del toro Nupcial-, nos ilustra con sus conocimientos sobre esta centenaria tradición, que fue recuperada en 1997. Gracias a las aportaciones de 125 comercios se ha podido recaudar los 3.105 € necesarios para el alquiler de los tres toros, aunque al final fueron sólo dos los que pisaron suelo turolense.
Centrándonos en el festejo, se soltaron dos utreros cerriles de la ganadería de Teo Adell de Castellote. El primero salió a las 16,15 h., un colorao mansote de nombre “Guireano” que se resistía a llegar a la plaza del torico y que dio poco juego, siendo encajonado tras los 35 minutos que se mantuvo en las calles para facilitar su traslado a los corrales de donde había salido.
“Limonero” se llamaba el segundo toro enmaromado, también “colorao” y cuyas rápidas embestidas y carreras aplaudieron los numerosos aficionados presentes en las calles. Dada la gran calidad del astado, se le mantuvo 50 minutos en las calles.
En este singular festejo, no se delimita con talanqueras ni barreras la zona donde los toros son soltados, siendo la maestría de los componentes de los maromeros de la Soga y la Baga, los encargados de evitar posibles percances.
Tras salir de los corrales de la Nevera, sitos en la Ronda Dámaso Torán, los toros son conducidos con dos maromas (la soga y la baga) por la calle Joaquín Costa (conocida popularmente como Tozal) hasta desembocar en la plaza de Carlos Castel (Plaza del Torico), donde es liberado el astado de la baga, con el fin de ampliar su libertad de movimientos.
Destacar la valentía de un maromero de Cuenca que, en repetidas ocasiones plantó cara frente a la testuz de los morlacos, provocando la arrancada de estos y conduciéndolos corriendo hacia atrás.
En cuando a incidentes, sólo se produjo el atropello de una pareja por parte del primer toro, sin consecuencia alguna.
Tras el aguacero que cayó en Teruel durante toda la mañana, las nubes quisieron respetar el designio de Diego de Marcilla ante su amada Isabel de Segura, y pudimos disfrutar de un espectáculo digno de mención, que nos dejó un sinfín de buenas sensaciones y mejores imágenes. Que lo disfruten.